Monreal puede opinar, pero Morena aún no abre el tiempo sucesorio



Redacción | Desde el Caribe |

El debate interno en Morena volvió a encenderse en Quintana Roo, no por una definición formal, sino por declaraciones que, aunque legítimas, llegan fuera de tiempo. Ricardo Monreal Ávila está en su derecho de expresar opiniones y perfilar simpatías, pero como bien advierte el diputado local Ricardo Velazco Rodríguez, el movimiento no está "ni política ni institucionalmente en etapa de destapes".

Velazco traza una línea clara, lo dicho por Monreal no compromete al partido ni marca ruta alguna. No es una voz autorizada del Comité Ejecutivo Nacional y, por tanto, sus señalamientos deben leerse como apreciaciones personales, no como señales oficiales. En un partido que presume método, disciplina y tiempos definidos desde la dirigencia nacional, adelantar nombres equivale más a ruido que a estrategia.

El fondo del asunto no es menor. Al mencionar perfiles como el del senador "Gino Segura" a quien reconoce cualidades personales y dejar en la ambigüedad otros cargos relevantes, Monreal introduce una narrativa selectiva que inevitablemente genera interpretaciones. 

Para Velazco, sin embargo, no hay exclusiones deliberadas: simplemente son los filtros subjetivos de quien habla, no del partido. En otras palabras, no hay que sobredimensionar lo que no es línea política.
Más relevante aún es el mensaje sobre la cohesión interna.

Frente a versiones que anticipan fracturas rumbo a 2027, Velazco cierra filas, especialmente en torno a Rafael Marín Mollinedo. Lo define no solo como un actor vigente, sino como un fundador del proyecto en el estado, alguien cuya historia política está indisolublemente ligada a Morena.

La insinuación es clara, las rupturas no vendrían de quienes construyeron el movimiento, sino de quienes nunca terminaron de asumirlo como identidad propia.

El legislador también pone el reflector donde realmente importa, en las decisiones que aún no se toman.

La reunión anunciada entre el titular de Aduanas y la presidenta Claudia Sheinbaum en enero aparece como un punto de inflexión, no solo para un proyecto personal, sino para la lectura política del estado. Hasta entonces, todo lo demás es especulación.

Finalmente, el tema de la publicidad siempre sensible en tiempos adelantados es desactivado con una explicación conocida pero políticamente necesaria, no hay recursos públicos, sino respaldo de simpatizantes.

Más allá de si esta narrativa convence o no, lo que queda claro es que Morena intenta sostener un discurso de orden y control, frente a los impulsos anticipados que suelen descomponer los procesos internos.

El mensaje de Velazco es, en esencia, una llamada a la calma, Monreal puede hablar, pero Morena aún no escucha. El partido no está en destapes, está en espera. Y en política, saber esperar también es una forma de poder.

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