Redacción | Desde el Caribe |
-El Paquete Económico 2026 marca el inicio del primer presupuesto pleno de su administración del gobierno sheinbaumista, encaminado a gestionar expectativas, contener presiones fiscales y demostrar que el gasto social puede coexistir con un crecimiento sostenido.
La presidenta Claudia Sheinbaum reunió en Palacio Nacional a legisladores de Morena, PVEM y PT con una petición que, más que un exhorto, sonó a estrategia, salgan a territorio, expliquen, defiendan y traduzcan el Paquete Económico 2026 ante la ciudadanía.
No es casual. El primer presupuesto pleno de su administración es, en los hechos, la plataforma con la que busca marcar un rumbo económico propio, pero también contiene contradicciones que los diputados deberán justificar en un país que exige resultados inmediatos.
El Paquete Presupuestal 2026 prevé un gasto histórico de 10.2 billones de pesos, un aumento del 5.8% respecto a 2025. Es un presupuesto expansivo en términos nominales, con una apuesta clara, mantener la inversión pública como motor compensatorio ante un crecimiento económico moderado.
La inversión crece 21.3%, un salto que coloca a la infraestructura como emblema de continuidad del proyecto obradorista, pero también como pilar para mantener la actividad económica en regiones clave.
Salud sube 5.9%, educación 3%, y las pensiones, el corazón electoral del obradorismo, aumentan 3.7%. Los programas de bienestar no solo se mantienen, se expanden, especialmente con la Pensión para Mujeres del Bienestar dirigida a mujeres de 60 a 64 años, una decisión que tiene efectos sociales evidentes, pero también un mensaje político muy claro.
Una cobija corta, lo que sube, obliga a que otras áreas bajen Aunque el discurso oficial habla de justicia social y continuidad, el presupuesto muestra sus matices.
El gasto en medio ambiente cae 4%, en un país con crisis hídrica y presiones climáticas crecientes. La Secretaría de las Mujeres también retrocede, mientras que el programa de Preparatorias y Universidades del Bienestar deja de ser prioritario, una señal de realineación presupuestal que pocos han explicado.
Es el dilema clásico del gasto público, cada incremento es una renuncia. Ingresos al límite y una miscelánea fiscal agresiva.
Los ingresos estimados son de 8.72 billones de pesos, un aumento del 4.6%, que descansa fuertemente en la recaudación tributaria, proyectada en 5.83 billones. El gobierno insiste en que no habrá nuevos impuestos, pero la miscelánea fiscal cuenta otra historia.
El IEPS se aprieta. Bebidas saborizadas pasan de 1.64 a 3.08 pesos por litro.
Tabaco sube del 160% al 200% en el impuesto ad valorem.
Son aumentos significativos, disfrazados de política de salud pública, pero diseñados para asegurar ingresos constantes ante un espacio fiscal cada vez más reducido.
Además, se ofrece un estímulo para empresas con ingresos de hasta 300 millones que liquiden adeudos antes del 31 de diciembre de 2026. Un alivio temporal, sí, pero también un reconocimiento implícito, la base recaudatoria está tensada.
El presupuesto contempla un endeudamiento neto equivalente al 4.1% del PIB, y un costo financiero —intereses de la deuda, también de 4.1% del PIB. Es una señal de alerta, la deuda se está volviendo más cara, y cada punto adicional se traduce en menos margen para gasto social o infraestructura en los próximos años.
Por eso la reunión con legisladores adquiere sentido político, el Paquete 2026 es defendible, sí, pero no es inmune a cuestionamientos.
Las bancadas oficialistas deberán explicar por qué, si el presupuesto crece, áreas sensibles como medio ambiente o políticas de género retroceden.
Deberán justificar por qué el país gasta más, pero sigue recurriendo a mayor deuda. Y deberán convencer a sus territorios de que el impulso a la inversión pública tendrá un retorno visible, y no solo estadístico.
El Paquete Económico 2026 marca el inicio de la etapa más compleja del gobierno sheinbaumista, gestionar expectativas, contener presiones fiscales y demostrar que el gasto social puede coexistir con un crecimiento sostenido.
La presidenta ya lanzó el mensaje, salgan a tierra. La pregunta es si el discurso alcanzará para cubrir los huecos que deja la cobija presupuestal.
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