Manuel Solís | Desde el Caribe |
La XVIII Asamblea Internacional de la Asociación de Redactores y Reporteros Prensa Internacional (ARRPRECH), realizada este fin de semana en Chetumal, dejó una impresión que va más allá de discursos, fotografías y protocolo. Lo que ocurrió en la capital de Quintana Roo fue una demostración de fuerza colectiva de un gremio que, tras años de fragilidad, empieza a reconocer que su mayor poder radica en la unidad.
En tiempos donde la desinformación avanza, donde los riesgos para ejercer el periodismo se multiplican y donde la tecnología reconfigura todo a una velocidad vertiginosa, el encuentro internacional en Chetumal fue una pausa estratégica para mirar hacia adentro y preguntarse; ¿cómo queremos que sea el nuevo periodismo? ¿Más fuerte? ¿Más seguro? ¿Más profesional? La respuesta fue unánime: sí, pero solo si se construye juntos.
La bienvenida de Mary Carmen Portillo, presidenta de la Delegación Quintana Roo, marcó desde el inicio la ruta de este encuentro, consolidar espacios de crecimiento, suma de capacidades y articulación territorial y regional. No es casual que el sur del país se convierta en anfitrión de reflexiones de tal calado; Chetumal busca recuperar su lugar como capital de ideas y debates que impactan a México y Centroamérica.
La conferencia magistral del Dr. Emilio Álvarez Icaza llevó al corazón del gremio un mensaje que, más que académico, fue un recordatorio urgente:
Sin empatía, sin respaldo mutuo y sin redes de protección, el periodismo seguirá en desventaja frente a poderes que sí están organizados. Su intervención reveló la dimensión humana del ejercicio periodístico, ese que pocas veces se reconoce.
Por su parte, Javier Chávez Ataxca puso sobre la mesa un tema que no puede seguir posponiéndose:
La reactivación de la Ley de Protección a Periodistas. Su llamado fue un toque de atención para las instituciones que aún no comprenden que garantizar la seguridad de quienes informan es proteger la democracia misma. En el mismo tenor, el comunicólogo Felipe Rivero recordó que la inteligencia artificial no es un enemigo, pero sí una fuerza transformadora que hay que aprender a dominar para no quedar relegados.
La Cena de Gala y el mensaje del Presidente Internacional de ARRPRECH, Sergio Armando Marín Ortega, encapsularon la esencia de la asamblea; unidad, visión y responsabilidad social. No fueron palabras huecas. La toma de protesta de la nueva Mesa Directiva de Quintana Roo confirmó que hay una generación dispuesta a asumir el reto.
Y así, con delegaciones de Chiapas, Tijuana, Chihuahua, Tabasco, Guatemala y El Salvador, la foto final fue más que un cierre, fue un símbolo. La imagen de un gremio que empieza a verse a sí mismo como un cuerpo organizado, internacional, capaz de influir y de defenderse.
Chetumal ganó, sí. Pero el verdadero triunfo fue del periodismo que decide unirse justo cuando más se necesita.
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