Por Hechos del Caribe
Un pueblo sin memoria está condenado a repetir su historia.
*George Santayana
En un día como hoy, pero de 1961, el entonces presidente de México, Adolfo López Mateos, rindió cuentas sobre los avances alcanzados en el naciente territorio de Quintana Roo. Su informe destacó la creación de doce nuevos poblados ejidales, la continuidad de la reconstrucción de Chetumal tras el paso del huracán Janet, así como la edificación de centros escolares en la capital y en Felipe Carrillo Puerto, además de 15 escuelas rurales que ampliaron la cobertura educativa en el territorio.
Estos anuncios, que formaron parte de un esfuerzo nacional por integrar plenamente a Quintana Roo al desarrollo del país, marcaron un momento de transformación para el sureste mexicano. La educación, la salud y la consolidación de nuevas comunidades fueron pilares en la vida de miles de familias quintanarroenses que, con esperanza y trabajo, forjaron un territorio en crecimiento.
Las imágenes históricas que acompañan este recuerdo, aunque no corresponden directamente al informe de gobierno, evocan el espíritu de aquella época. En ellas se observa a López Mateos develando placas en los pueblos de Reforma Agraria y Calderitas, inaugurando centros de salud y visitando hospitales en Chetumal. Fotografías que, más allá de su carácter documental, reflejan el ímpetu de un Estado que avanzaba hacia la modernidad.
Hoy, al recordar este pasaje de nuestra historia, reafirmamos que el desarrollo de Quintana Roo ha sido fruto de un proceso colectivo, donde las decisiones políticas, la organización comunitaria y la fortaleza de su gente se han entrelazado para dar identidad y rumbo a nuestro presente.
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