Manuel Solís || Desde el Caribe ||
Con el inicio de la circulación de nuevos billetes en 2025, Belice marca un parteaguas, en su historia monetaria y simbólica. Por décadas, como antigua colonia británica, la imagen de la Reina Isabel II estuvo presente en cada denominación del dólar beliceño. Sin embargo, tras su fallecimiento en 2022, el país decidió dar un giro profundo y significativo, reemplazar a la monarca con figuras nacionales que reflejan la historia, la lucha y el espíritu del pueblo beliceño.
Este cambio, anunciado por el Banco Central de Belice en 2023, no solo responde al momento histórico de transición tras la muerte de la Reina, sino también a un impulso claro por fortalecer la identidad nacional. La decisión de no incluir al Rey Carlos III en el nuevo diseño es una declaración política y cultural.
Belice opta por honrar a quienes han forjado su camino como nación independiente, dejando atrás la imagen colonial que por tanto tiempo prevaleció.
En lugar de la corona británica, ahora el papel moneda rinde homenaje a líderes emblemáticos como George Cadle Price, considerado el Padre de la Nación, así como al luchador social Philip Goldson y a Gwendolyn Lizarraga, pioneros en los derechos Civiles. Estos nombres no solo aparecen como figuras decorativas, sino como referentes vivos que permitirán educar a las nuevas generaciones sobre el pasado y el presente del país.
Además, los nuevos billetes incorporan tecnología moderna para combatir la falsificación, con características táctiles y elementos de accesibilidad que los hacen más incluyentes. El rediseño no solo representa un cambio estético, sino una oportunidad para fortalecer el sentido de pertenencia y reforzar la memoria histórica nacional.
Actualmente varios países del Caribe reevalúan su vínculo con la monarquía británica, Belice se suma a una ola de redefinición soberana. Esta transformación en su moneda es mucho más que un rediseño, es una afirmación de orgullo, autonomía y reconocimiento de su gente.
Así, Belice apuesta por una narrativa propia, una economía adornada con sus propios rostros y una visión de futuro anclada en su herencia cultural. Un gesto simbólico que, sin duda, refleja la madurez de una nación que se mira a sí misma con dignidad.
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