-Los pasados comicios ordinarios en Veracruz, han revelado un panorama polÃtico marcado por la violencia y la tensión, pero también por una participación ciudadana que alcanzó el 50,02%.
La reciente jornada electoral en Veracruz dejó lecciones que ni el oficialismo ni sus aliados deberÃan pasar por alto. La gobernadora RocÃo Nahle reconoció que se aprende más de los “tropezones” que de los triunfos, y los resultados parecen confirmar esa idea, Morena y sus aliados pasaron de 115 alcaldÃas en 2021 a 84 en 2024. Un retroceso claro, aunque no catastrófico.
Entre los factores clave, destaca la fractura con el Partido del Trabajo (PT), que decidió competir sin alianza tras acusaciones mutuas. Morena sostiene que el desacuerdo se debió a su negativa al nepotismo, ya que, según Nahle, el PT insistÃa en postular familiares en varios municipios. El PT, por su parte, revira que fue excluido de espacios reales de participación, y que, pese a las dificultades, logró un crecimiento notable al ganar 28 presidencias municipales, frente a las 6 obtenidas en 2021.
A este nuevo mapa polÃtico se suma el avance de otros partidos opositores, Movimiento Ciudadano (MC) se colocó como el de mayor crecimiento, con 41 alcaldÃas —incluyendo bastiones importantes como Poza Rica y Papantla—, mientras que PAN y PRI también lograron avances. Aún con el triunfo en plazas simbólicas como Tantoyuca, Acayucan y el Puerto de Veracruz, la reducción en el número total de alcaldÃas ganadas obliga a Morena a repensar su estrategia territorial.
La elección evidenció tensiones dentro del bloque que impulsa la Cuarta Transformación. La falta de unidad se tradujo en un costo polÃtico evidente, especialmente en un contexto donde la ciudadanÃa exige resultados, transparencia y verdadera representación. El oficialismo debe reconocer que la pluralidad dentro de su movimiento no se resuelve a fuerza de imposiciones, ni cerrando puertas a aliados históricos como el PT, aun con sus claroscuros.
Veracruz no solo votó, también envió un mensaje, la lealtad no está garantizada, y los votos se ganan en la calle, no en las cúpulas. Si los partidos de izquierda quieren seguir representando al electorado, deberán mostrar coherencia, apertura y autocrÃtica. La derrota parcial, bien entendida, puede ser un paso hacia una madurez polÃtica que hoy parece urgente.
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