Redacción | Desde el Caribe |
En teoría, el llamado Día del Pueblo que impulsa la Legislatura de Quintana Roo suena bien, audiencias públicas semanales en cada ayuntamiento, acercar a los gobiernos municipales con la ciudadanía, escuchar quejas de viva voz y gestionar soluciones.
Pero en la práctica, ¿es realmente necesario crear otra ley para obligar a las autoridades a hacer lo que ya está escrito en la Constitución?
Desde 2017, con la Ley de Participación Ciudadana, los municipios ya estaban obligados a realizar audiencias públicas. Y antes de eso, el propio artículo 1º de la Constitución lo dejaba claro. "El Estado en todos sus niveles tiene la obligación de respetar, proteger y garantizar los derechos humanos, incluyendo el derecho a la participación, la seguridad, la justicia y una administración pública eficaz y transparente."....(Sic)
No hay vacío legal. Lo que hay es vacío de voluntad. Por eso sorprende que el Congreso deba volver a legislar lo que ya existe. La iniciativa de Morena para crear el Día del Pueblo podría convertirse en un gesto simbólico, útil para el discurso, pero inútil si no se acompaña de verdadera disposición para escuchar y atender. No se necesitan más leyes, sino servidores públicos con vocación de servicio.
El propio Plan Municipalista de Morena, aprobado por el Consejo Político Nacional, ya prevé que todos los alcaldes del país realicen audiencias públicas al menos una vez por semana. También incluye capacitación para presidentes municipales y funcionarios en temas de finanzas sanas y austeridad republicana. Es decir, el marco político y legal ya está construido.
Entonces, ¿qué falta? Cumplir. Aplicar. Hacer. No más tinta en el Periódico Oficial, sino resultados visibles en las colonias, comunidades y calles donde el pueblo espera soluciones, no discursos.
El Día del Pueblo no debería ser una nueva obligación escrita, sino una práctica cotidiana del gobiernos municipales. Porque la Constitución ya marcó el camino hace décadas, el Estado existe para servir al pueblo, no para legislarse a sí mismo el deber de hacerlo.
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