Ajuste de cuentas y supervivencia política

Carga en curso: se subieron 1947354 de 1947354 bytes.





Redacción | Desde el Caribe |

"En política, lo que se ve no se pregunta"

La renuncia de Luz Gabriela Mora Castillo al Partido Verde Ecologista de México (PVEM), tras casi una década de militancia, es más que un acto de “reflexión personal”, como ella lo plantea. En el fondo, representa una maniobra de supervivencia política y, al mismo tiempo, un ajuste de cuentas entre viejos aliados que alguna vez compartieron el control de la XVII Legislatura del Congreso de Quintana Roo.

La diputada argumenta que su decisión responde a valores y convicciones, pero su inmediato acercamiento con Morena revela otra historia, la búsqueda de un nuevo refugio político que le garantice visibilidad y permanencia dentro del presupuesto legislativo. No se trata de ideología, sino de estrategia.

Su salida llega justo cuando Renán Sánchez Tajonar, presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política (Jugocopo) de la actual Legislatura  y dirigente estatal del PVEM, presume crecimiento, unidad y fortalecimiento partidista. Sin embargo, la renuncia de una legisladora en pleno arranque de legislatura desmiente ese discurso y expone la fragilidad interna de un partido que vive de alianzas temporales y lealtades condicionadas.

El trasfondo del conflicto, sin embargo, no es nuevo. Detrás de la distancia pública entre Mora Castillo y Sánchez Tajonar se esconde una historia de poder compartido y, posteriormente, traicionado. Durante la XVII Legislatura, Renán controlaba la agenda política desde la presidencia de la Jugocopo, mientras que Benjamín Vaca González actual regidor del Ayuntamiento capitalino y pareja de la diputada manejaba la operación interna y presupuestal como secretario general del Congreso.

Ambos tejieron una alianza de control absoluto, que fue señalada por opacidad, manejo discrecional de recursos y despidos masivos de personal. Esa mancuerna terminó por fracturarse cuando los intereses comenzaron a chocar, y los viejos socios se convirtieron en adversarios silenciosos.

Hoy, la ruptura entre Gabriela Mora y el PVEM no puede entenderse sin ese contexto. Su renuncia es el reflejo de una venganza política a fuego lento, un ajuste de cuentas entre quienes alguna vez dominaron la estructura legislativa y hoy buscan reposicionarse en un nuevo tablero.

Mientras Sánchez Tajonar intenta consolidar su liderazgo dentro del Verde, Mora y Vaca reacomodan su estrategia bajo la sombra protectora de Morena, apostando por sobrevivir políticamente en el nuevo orden del poder estatal.

En el Congreso, las convicciones son efímeras y los principios, intercambiables. Lo que prevalece es la capacidad de adaptación. En ese juego, Gabriela Mora no se va, se mueve, calculando su siguiente paso, como tantos otros que han hecho de la política su hábitat natural de supervivencia.

Publicar un comentario

0 Comentarios