Manuel Solís | Desde el Caribe |
En una época en la que la indiferencia puede resultar más cómoda que la acción, en Playa del Carmen hay autoridades que han decidido tomar postura con valentía. La presidenta municipal, Estefanía Mercado, y el Fiscal General del Estado, Raciel López Salazar, han unido esfuerzos en una causa urgente y moralmente impostergable, la erradicación del trabajo infantil.
Ambos funcionarios sostuvieron un encuentro decisivo, en el que reafirmaron que proteger a la niñez no es una opción, sino una obligación compartida entre los tres niveles de gobierno, las instituciones y la sociedad en su conjunto. Esta alianza estratégica entre el Ayuntamiento de Playa del Carmen y la Fiscalía General del Estado busca no solo sancionar, sino prevenir, visibilizar y erradicar una realidad que atenta contra los derechos fundamentales de niñas, niños y adolecentes en Quintana Roo.
El trabajo infantil no solo roba la infancia, también vulnera el presente y compromete el futuro. Impide el acceso a la educación, afecta la salud física y emocional, y perpetúa ciclos de pobreza y desigualdad. Por ello, esta nueva agenda común en materia de protección infantil y justicia comunitaria debe entenderse como un paso decisivo hacia un Playa del Carmen más justo, seguro y humano.
La presidenta Estefanía Mercado lo expresó con claridad y contundencia: “Las niñas, los niños y adolecentes deben estar aprendiendo, jugando, creciendo con dignidad, no trabajando en la calle. Esa es nuestra responsabilidad como gobierno”. En esa afirmación hay más que una postura política; hay una declaración ética que marca el rumbo de una administración comprometida con los derechos humanos desde la raíz.
Con esta alianza, el municipio de Playa del Carmen reitera que ningún niño, niña o adolecente debe quedar atrás, y que la infancia merece más que discursos, merece acciones, protección y esperanza. Aplaudimos la coordinación entre la autoridad municipal y la Fiscalía estatal. Ojalá este sea el inicio de una política pública sostenida, firme y con rostro humano, porque el futuro de una ciudad también se mide en cómo trata a sus niñas, niños y adolecentes hoy.
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